MUNDIAL DE RUSIA (JULIO 2018)
MUNDIAL DE RUSIA (JULIO 2018)
Ocho de Copas: ¿qué ofrecen los equipos que jugarán los cuartos de final? Comentario de un especialista. Sr. Raul Castro
FRANCIA: POTENCIA
Didier Deschamps, capitán del equipo campeón mundial de 1998, apostó para la aventura rusa por una convocatoria en la que predominara la fortaleza física sobre el talento. La carrera desbocada de Kylian Mbappé hacia el arco de Franco Armani con la que hasta ahora tienen pesadillas 40 millones de argentinos resume lo que es esta versión de les bleus: un equipo preparado para sacar máximo provecho de las capacidades de sus figuras sin depender de estas. Antoine Griezmann es el mejor, pero su función principal en el armazón galo es asistir a Olivier Giroud; y cuando Giroud se pone detrás de Griezmann, cambian roles. Deschamps, apoyado en su histórico liderazgo de vestuario para sobrellevar el hecho de haber perdido una Eurocopa en su propia casa en 2016, ha vuelto a una potencia en el papel como Francia un equipo potente en la práctica.
URUGUAY: COLECTIVO
No es sólo el concepto de proceso lo que vuelve paradigmático el caso de Oscar Washington Tabárez y sus doce años al frente de la celeste. También destaca el hecho de que esa filosofía persigue el protagonismo del grupo, del equipo por encima de cualquiera individual.
Porque Uruguay tiene a Luis Suárez y a Édinson Cavani, pero el mayor liderazgo es el de Diego Godín; porque los goles los hacen los astros y los evita Fernando Muslera pero pese a eso los que más brillan en canchas rusas son nombres nuevos como los de Lucas Torreira en el medio o Diego Laxalt en el lateral derecho. Como Francia, pero incluso con más automatismos producto del largo tiempo de trabajo sostenido, Uruguay no juega para sus estrellas; ellas forman parte de un colectivo para el cual juegan y suman.
BRASIL: SOLIDEZ
Es raro que de una escuela usualmente vinculada con la alegría y lo festivo surja un concepto más bien frío. Pero este Brasil de Tite es, ante todo, un equipo serio: uno que puede lucir pero después de ganar. Contra México, soportó el cargamontón y solo luego fue al frente para resolver el trámite a su favor sin hacerse muchos problemas, empujando dos pelotas al gol casi en la línea misma. Otras versiones del scratch han sido relajadas en la superioridad, pero ésta lo es más bien ante la dificultad: al estilo de su figura Neymar, le basta decir quién es para asustar y complicar al oponente. Es, pues, un Brasil sólido, seguro de sí mismo y trabajado en lo mental para, ante todo, nunca más dejarse avasallar por la presión que se lo carcomió en 2014.
BÉLGICA: FÚTBOL
También resulta raro que un argumento tan directo provenga de una selección con escasos galones históricos. Pero ningún equipo de la actual Copa del Mundo expresa tan puramente la esencia del juego como esta Bélgica del español Roberto Martínez, que con un 3-4-2-1 ‘todoterreno’ es, junto a Uruguay, la única selección que ha llegado a cuartos de final con todos los partidos ganados. Y si a esta versión vistosa y elegante de los ‘Diablos Rojos’, que saca lo mejor de De Bruyne, Hazard y Lukaku, le faltaba pasar una prueba ácida, esa tenía que ver con su lastre histórico: la falta de temperamento para sobreponerse a la situación complicada. La épica remontada contra Japón, tras ir dos goles abajo, puede significar el gran punto de quiebre histórico que demandaba el notable fútbol belga para admitir el éxito.
RUSIA: ORGULLO
Qué duda cabe de que al anfitrión se le ha inflado el pecho con el avance del torneo. Ya ha explicado SEMANAeconómica que los rusos fueron migrando de la indiferencia a la identificación con el certamen una vez que éste, mediante sus triunfos, les dio alas para recobrar los aires de superioridad global que ostentan en otros deportes —y ostentaban en otros contextos—. La victoria sobre España, un candidato al título más allá de sus telenovelas internas, ha elevado al clímax futbolístico el ánimo en las calles rusas y también en la interna del equipo de Stanislav Cherchesov, que suple algunas de sus carencias futbolísticas —apenas dos delanteros en nómina y solo uno de ellos, Artem Dzyuba, con olfato de gol con coraje y temple. No es mezquino afirmar que de los ocho sobrevivientes es el que menos recursos técnicos y tácticos posee; tampoco es exagerado decir que de los ocho, es el único con el respaldo de una hinchada orgullosa de pertenecer a un país gobernado, al menos dentro de sus fronteras, por una sensación de invulnerabilidad casi única en el planeta.
CROACIA: ENTUSIASMO
De todos los clasificados, el equipo de camiseta ajedrezada es el que está respaldado por un proceso de más breve duración. Zlatko Dalić, su DT, asumió el cargo de emergencia hacia el final de las Eliminatorias Europeas, ante la sorpresiva renuncia de Ante Cacić. De hecho, cuando en marzo el equipo vatreni perdió un amistoso en Miami ante el Perú, la impresión que dejó fue la de un elenco con armas ofensivas notables construidas a partir de una de las primeras líneas más poderosas del mundo, con Luka Modrić (Real Madrid) e Ivan Rakitić (Barcelona) como estandartes; pero a la vez la de uno que buscaba el gol de manera desbocada, frenética. En Rusia 2018, Croacia ha sido mucho más prudente: sin soltar tanto a los laterales y amparado en la sobriedad de su portero Danijel Subašić, altísima figura en la tanda de penales ante Dinamarca, luce más ordenado sin por eso dejar de desbordar un importante entusiasmo por igualar o superar a la legendaria generación de 1998, esa de Suker, Prosinecki y Boban que llegó a pararse en el podio mundialista.
SUECIA: TRADICIÓN
Pocos equipos en el mundo son, entrada casi la quinta parte del siglo XXI, tan clásicos como esta selección sueca post Zlatan Ibrahimovic. Desamparado de contar con alguna gran figura, el planteamiento de Janne Andersson parece extraído de algún manual de primer ciclo de cursos para técnicos: dos centrales que despejan, dos laterales que salen pero ante todo marcan, dos volantes centrales que recuperan, dos volantes ofensivos que crean y dos delanteros —grandotes, verdaderos ‘9’ de área— que buscan el gol. La formación que salía por defecto al iniciar el menú de los videojuegos noventeros. Solo conservar ese orden le ha bastado a los blågult para ganar su grupo y luego vencer sin muchos apuros a Suiza, para así reivindicar una tradición que antaño los llegó a meter cuatro veces entre los cuatro mejores de la Copa del Mundo.
INGLATERRA: RENOVACIÓN
No se esperaba tanto de la inventora del fútbol en ese sentido en este Mundial como acaso en los siguientes. Ganadora de diversos títulos juveniles en los últimos años, se suponía que Inglaterra esperaría paciente a Qatar 2022 para que su nueva generación dorada le empezara a reportar réditos. Sin embargo, un grupo de relativa exigencia y un áspero encuentro ante Colombia le han permitido adelantar un poco la fiesta; porque los Pickford, los Stones, los Dier son ya parte de ese recambio que requería un equipo que con los Gerrard, los Lampard o los Rooney tuvo encima muchas luces pero pocos trofeos. La renovación inglesa no solo ha servido para llegar a cuartos de final; también le da cierta garantía a su selección de que si no toca celebrar ahora, habrá un mañana, y eso a veces descomprime mucha presión en sociedades futbolísticas obligadas al triunfo, como la de los Three Lions.
FRANCIA: POTENCIA
Didier Deschamps, capitán del equipo campeón mundial de 1998, apostó para la aventura rusa por una convocatoria en la que predominara la fortaleza física sobre el talento. La carrera desbocada de Kylian Mbappé hacia el arco de Franco Armani con la que hasta ahora tienen pesadillas 40 millones de argentinos resume lo que es esta versión de les bleus: un equipo preparado para sacar máximo provecho de las capacidades de sus figuras sin depender de estas. Antoine Griezmann es el mejor, pero su función principal en el armazón galo es asistir a Olivier Giroud; y cuando Giroud se pone detrás de Griezmann, cambian roles. Deschamps, apoyado en su histórico liderazgo de vestuario para sobrellevar el hecho de haber perdido una Eurocopa en su propia casa en 2016, ha vuelto a una potencia en el papel como Francia un equipo potente en la práctica.
URUGUAY: COLECTIVO
No es sólo el concepto de proceso lo que vuelve paradigmático el caso de Oscar Washington Tabárez y sus doce años al frente de la celeste. También destaca el hecho de que esa filosofía persigue el protagonismo del grupo, del equipo por encima de cualquiera individual.
Porque Uruguay tiene a Luis Suárez y a Édinson Cavani, pero el mayor liderazgo es el de Diego Godín; porque los goles los hacen los astros y los evita Fernando Muslera pero pese a eso los que más brillan en canchas rusas son nombres nuevos como los de Lucas Torreira en el medio o Diego Laxalt en el lateral derecho. Como Francia, pero incluso con más automatismos producto del largo tiempo de trabajo sostenido, Uruguay no juega para sus estrellas; ellas forman parte de un colectivo para el cual juegan y suman.
BRASIL: SOLIDEZ
Es raro que de una escuela usualmente vinculada con la alegría y lo festivo surja un concepto más bien frío. Pero este Brasil de Tite es, ante todo, un equipo serio: uno que puede lucir pero después de ganar. Contra México, soportó el cargamontón y solo luego fue al frente para resolver el trámite a su favor sin hacerse muchos problemas, empujando dos pelotas al gol casi en la línea misma. Otras versiones del scratch han sido relajadas en la superioridad, pero ésta lo es más bien ante la dificultad: al estilo de su figura Neymar, le basta decir quién es para asustar y complicar al oponente. Es, pues, un Brasil sólido, seguro de sí mismo y trabajado en lo mental para, ante todo, nunca más dejarse avasallar por la presión que se lo carcomió en 2014.
BÉLGICA: FÚTBOL
También resulta raro que un argumento tan directo provenga de una selección con escasos galones históricos. Pero ningún equipo de la actual Copa del Mundo expresa tan puramente la esencia del juego como esta Bélgica del español Roberto Martínez, que con un 3-4-2-1 ‘todoterreno’ es, junto a Uruguay, la única selección que ha llegado a cuartos de final con todos los partidos ganados. Y si a esta versión vistosa y elegante de los ‘Diablos Rojos’, que saca lo mejor de De Bruyne, Hazard y Lukaku, le faltaba pasar una prueba ácida, esa tenía que ver con su lastre histórico: la falta de temperamento para sobreponerse a la situación complicada. La épica remontada contra Japón, tras ir dos goles abajo, puede significar el gran punto de quiebre histórico que demandaba el notable fútbol belga para admitir el éxito.
RUSIA: ORGULLO
Qué duda cabe de que al anfitrión se le ha inflado el pecho con el avance del torneo. Ya ha explicado SEMANAeconómica que los rusos fueron migrando de la indiferencia a la identificación con el certamen una vez que éste, mediante sus triunfos, les dio alas para recobrar los aires de superioridad global que ostentan en otros deportes —y ostentaban en otros contextos—. La victoria sobre España, un candidato al título más allá de sus telenovelas internas, ha elevado al clímax futbolístico el ánimo en las calles rusas y también en la interna del equipo de Stanislav Cherchesov, que suple algunas de sus carencias futbolísticas —apenas dos delanteros en nómina y solo uno de ellos, Artem Dzyuba, con olfato de gol con coraje y temple. No es mezquino afirmar que de los ocho sobrevivientes es el que menos recursos técnicos y tácticos posee; tampoco es exagerado decir que de los ocho, es el único con el respaldo de una hinchada orgullosa de pertenecer a un país gobernado, al menos dentro de sus fronteras, por una sensación de invulnerabilidad casi única en el planeta.
CROACIA: ENTUSIASMO
De todos los clasificados, el equipo de camiseta ajedrezada es el que está respaldado por un proceso de más breve duración. Zlatko Dalić, su DT, asumió el cargo de emergencia hacia el final de las Eliminatorias Europeas, ante la sorpresiva renuncia de Ante Cacić. De hecho, cuando en marzo el equipo vatreni perdió un amistoso en Miami ante el Perú, la impresión que dejó fue la de un elenco con armas ofensivas notables construidas a partir de una de las primeras líneas más poderosas del mundo, con Luka Modrić (Real Madrid) e Ivan Rakitić (Barcelona) como estandartes; pero a la vez la de uno que buscaba el gol de manera desbocada, frenética. En Rusia 2018, Croacia ha sido mucho más prudente: sin soltar tanto a los laterales y amparado en la sobriedad de su portero Danijel Subašić, altísima figura en la tanda de penales ante Dinamarca, luce más ordenado sin por eso dejar de desbordar un importante entusiasmo por igualar o superar a la legendaria generación de 1998, esa de Suker, Prosinecki y Boban que llegó a pararse en el podio mundialista.
SUECIA: TRADICIÓN
Pocos equipos en el mundo son, entrada casi la quinta parte del siglo XXI, tan clásicos como esta selección sueca post Zlatan Ibrahimovic. Desamparado de contar con alguna gran figura, el planteamiento de Janne Andersson parece extraído de algún manual de primer ciclo de cursos para técnicos: dos centrales que despejan, dos laterales que salen pero ante todo marcan, dos volantes centrales que recuperan, dos volantes ofensivos que crean y dos delanteros —grandotes, verdaderos ‘9’ de área— que buscan el gol. La formación que salía por defecto al iniciar el menú de los videojuegos noventeros. Solo conservar ese orden le ha bastado a los blågult para ganar su grupo y luego vencer sin muchos apuros a Suiza, para así reivindicar una tradición que antaño los llegó a meter cuatro veces entre los cuatro mejores de la Copa del Mundo.
INGLATERRA: RENOVACIÓN
No se esperaba tanto de la inventora del fútbol en ese sentido en este Mundial como acaso en los siguientes. Ganadora de diversos títulos juveniles en los últimos años, se suponía que Inglaterra esperaría paciente a Qatar 2022 para que su nueva generación dorada le empezara a reportar réditos. Sin embargo, un grupo de relativa exigencia y un áspero encuentro ante Colombia le han permitido adelantar un poco la fiesta; porque los Pickford, los Stones, los Dier son ya parte de ese recambio que requería un equipo que con los Gerrard, los Lampard o los Rooney tuvo encima muchas luces pero pocos trofeos. La renovación inglesa no solo ha servido para llegar a cuartos de final; también le da cierta garantía a su selección de que si no toca celebrar ahora, habrá un mañana, y eso a veces descomprime mucha presión en sociedades futbolísticas obligadas al triunfo, como la de los Three Lions.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home